El despertar…
Reconoces que es hora de parar las esperanzas falsas y esperar que algo cambie, que la felicidad o la seguridad aparezcan mágicamente por encima del horizonte.
Reconoces que cualquier garantía de felicidad sólo comienza contigo, y que en ese proceso de aceptación nace un estado de serenidad.
Paras de quejarte y echarle la culpa a los otros por las cosas que te hicieron a ti o no hicieron por ti.
Paras de juzgar y de apuntar con el dedo y empiezas a aceptar a las personas tal y como son , y en ese proceso nace un sentido de paz y de estar contento.
Aprendes a abrirte a nuevos mundos y a diferentes puntos de vista. Empiezas a reevaluar y redefinir quién eres y cuáles son tus valores.
Aprendes que hay poder en crear y contribuir y paras de moverte por la vida como un mero consumidor.
Aprendes que principios como ser honesto y de elevado carácter son los cimientos donde construir tu vida.
Aprendes que no lo sabes todo y que no es tu trabajo salvar al mundo, si no ocuparte de lo que tienes cerca y de tu entorno.
Aprendes sobre el amor. Aprendes a mirar las relaciones tal y como son y no como tú quieres que sean. Aprendes que estar solo no tiene porqué indicar soledad.
Paras de controlar a las personas, situaciones y resultados. Aprendes a distinguir entre culpabilidad y responsabilidad, así como la importancia de establecer límites y decirte un SI a ti.
Paras de reprimir e ignorar tus propias necesidades y sentimientos.
Aprendes que tu cuerpo es realmente tu templo. Empiezas a cuidarlo y a tratarlo con respeto. De la misma forma que la comida alimenta tu cuerpo, la risa alimenta tu alma y eliges dedicar más tiempo a reír y a jugar.
Aprendes a ser agradecido y a disfrutar de las cosas sencillas que damos por hecho…
Ahora empiezas a asumir responsabilidad y prometes no traicionarte y nunca resignarte a menos de lo que desea realmente tu corazón.
Al fin, con un corazón valiente, adoptas tu postura, respiras profundo y empiezas a diseñar la vida que deseas vivir….
Eso es el despertar…
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